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Sesión posterior al visionado

b. Claves desde la educación para la libertad

01. La odisea de aprender a leer: la educación básica en Afganistán

“Quiero ir a la escuela”

Preguntas para el debate
  • Ir a la escuela es el empeño de Bakhtay y la razón de ser de la película. ¿Por qué es tan importante el acceso a la educación de la protagonista?
  • ¿Cuáles son los obstáculos que encuentra en el camino a la escuela?
  • ¿Qué problemas de la sociedad afgana ves reflejados en las dificultades a las que se encuentra Bakhtay?
Claves para el debate

“¡Dejadme ir a la escuela a aprender historias divertidas!” es el deseo de Bakhtay desde el inicio de la película. Que la directora sitúe el núcleo de la trama en la escolarización de Bakhtay, es un reflejo de la realidad de la educación en Afganistán. Las dificultades que encuentra la protagonista para llegar a la escuela son las de miles de niñas y niños de este país. Recordemos que en septiembre de 1996 el régimen talibán cerró todas las escuelas para niñas de Kabul. Esta medida afectó a 103.000 niñas y 8.000 profesoras. Las tasas de escolarización cayeron hasta un 6,4%. Tras la caída de los talibanes la educación se convirtió en una prioridad del nuevo gobierno afgano y de la ayuda internacional. La campaña internacional “Vuelta a la Escuela”, impulsada por UNICEF y apoyada por numerosas organizaciones internacionales, consiguió multiplicar casi por siete el número de matriculaciones entre 2000 y 2009.

Sin embargo, los datos aportados por Intermón Oxfam, en su informe de 2011 “Hay mucho en juego. La educación de las niñas en Afganistán”, revelan que queda mucho por hacer. El aumento de la demanda de escolarización es muy superior a la oferta y la calidad educativa actuales. La prioridad de los organismos donantes es la seguridad y la lucha contra la insurgencia, en perjuicio de los servicios sociales básicos. Además, la inseguridad en muchas regiones ha ido en aumento. Por tanto, la educación se ha deteriorado: casi la mitad de las escuelas no tienen la infraestructura necesaria; la pobreza es el mayor obstáculo para que las niñas accedan a la educación y el número de mujeres profesoras y la oferta educativa son insuficientes.

A estos problemas y carencias, es preciso sumar otros más complejos y básicos. Existen sectores de la población que niegan la igualdad de derechos de las mujeres apoyados en códigos tribales ancestrales e interpretaciones extremistas del islam. En la película vemos reflejada esta realidad cuando Bakhtay llega por fin a la escuela de las niñas: sus propias compañeras le niegan un sitio.

Bakhtay: “Déjame sentarme.”

Niña: “Vete, no hay sitio para ti.”

Hasta la maestra rechaza a Bakhtay y se indigna cuando las niñas se pintan los labios y la cara:

Maestra: “Vete, tú no perteneces a esta clase. ¿Quién os ha pintado la cara? Limpiaos la cara. Limpiaos la cara todas”.

Todavía permanecen en los comportamientos las consecuencias de los años del régimen talibán, en el que las mujeres quedaron alejadas de toda vida social. Recordemos el ilustrativo diálogo que mantiene Abbas, amigo de Bakhtay, con los niños que les retienen y simulan ser talibanes:

Abbas: “La letra D es de “deseo”.

Niños: “La letra D es de "Dios"

Abbas: “La letra N es de “nutrición”

Niños: “La letra N es de “no”.

El gobierno de Karzai ha reconocido públicamente el derecho a la educación de las mujeres. Pero mientras sucedan hechos como el asesinato de profesores y profesoras por educar a las niñas en Afganistán, los derechos de las niñas y mujeres serán papel mojado.

Finalmente, el informe recomienda un condicionado necesario para garantizar el derecho básico de la educación:

  • Incrementar el número de escuelas (su calidad y accesibilidad) y de profesoras, especialmente en zonas rurales.
  • Mejorar la seguridad en las escuelas, especialmente en las zonas de conflicto
  • Mejorar el seguimiento de las escuelas y la rendición de cuentas, a nivel local y central.
  • Buscar soluciones en el ámbito local y hacer partícipes a la familia y comunidades en la toma de decisiones y la implementación.
  • Garantizar el derecho a la educación con perspectiva de género en las políticas gubernamentales afganas.
  • Fortalecer la formación de adultos, especialmente para madres jóvenes; velar por que el acceso de las niñas a la educación no sea moneda de cambio en los acuerdos políticos con grupos armados de oposición.

02. Guerras de adultos, juegos de niños

Preguntas para el debate
  • ¿A qué grupos representan los niños que retienen a Abbas y Bakhtay?
  • ¿Cuáles son las amenazas del niño y niña protagonistas en el conflicto armado afgano?
Claves para el debate

“No pienso jugar al juego de apedrear. Esto no es un juego. Están excavando tu tumba”. El diálogo entre Bakthay y los niños que juegan a la guerra revela la situación de vulnerabilidad de la infancia en Afganistán. Según Afghan Rights Monitor (ARM), informe de 2011, dos niños o niñas mueren cada día en Afganistán a causa de la guerra. Tres de cada diez víctimas mortales civiles son menores. De ellos, el 64% murieron en acciones de los grupos insurgentes, un 17% por fuego de las tropas internacionales y un 4% por actos atribuidos a las fuerzas de seguridad afganas.

Las diversas guerras que se entrecruzan en Afganistán son una de las principales amenazas para la supervivencia de los niños y niñas. De los 10 países que poseen la mayor tasa de mortalidad de menores de cinco años, siete padecen un conflicto armado. Según datos de UNICEF, el 90% del total de muertes relacionadas con conflictos armados desde 1990 han sido civiles, y el 80% corresponde a mujeres, niños y niñas. El uso de armas explosivas es una de las principales causas de mortalidad infantil en esos países. En Afganistán, Irak, Sri Lanka, Somalia, Yemen, Israel y los territorios ocupados de Palestina, el uso de armas explosivas tiene consecuencias más trágicas para los menores. Las explosiones y la fragmentación de la munición, producen efectos físicos y psicológicos nefastos. El riesgo de los niños y niñas frente a los efectos de las minas antipersonales ha disminuido como resultado del Tratado de Otawa o la Convención sobre la prohibición de minas antipersonales de 1997 y la acción de las organizaciones que luchan activamente en contra de su utilización. Sin embargo, cada año, las minas terrestres matan o mutilan a entre 8.000 y 10.000 menores de edad. La muerte de niños y niñas supone el 50% de las bajas provocadas en tierras afganas por munición sin explotar.

Además, los conflictos amados reducen considerablemente el acceso a los servicios de sanidad y educación, lo que constituye una vulneración de derechos fundamentales. Sólo en 2010, el conflicto afgano dejó sin escuela a más de 400.000 niños y niñas y 106 centros escolares fueron atacados.

La gran disponibilidad de armas ligeras y de pequeño tamaño ha favorecido el empleo de niños y niñas como soldados y se ha elevado el grado de violencia después de terminado el conflicto. La quiebra de la protección social deja a las niñas vulnerables a embarazos no deseados y amenaza a todos los niños y niñas con la separación de sus familias; la orfandad; un mayor riesgo de contraer infecciones transmitidas sexualmente; discapacidad y, a largo plazo, graves consecuencias psicosociales. Los niños y niñas viven en un ambiente hostil, provocado por los múltiples efectos psicológicos, mentales y económicos que el uso de estas armas provoca sobre la sociedad.

El Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para las cuestiones de la infancia y los conflictos armados, Radhika Coomaraswamy, ha denunciado recientemente la práctica en Afganistán del bacha-bazi. Literalmente “juego de niños”, niños de hasta nueve años de edad son vestidos de niñas y obligados a prostituirse. Muchos hombres poderosos, en particular jefes del ejército y la policía, mantienen a estos niños, a menudo con uniformes, como compañeros con fines sexuales. A pesar de ser una costumbre muy arraigada, la sociedad afgana ha alzado su voz contra el bacha-bazi. El mismo Coomaraswamy escribe: “Afganos de a pie, los laicos con los que he hablado, la sociedad civil, incluso los talibanes, se oponen a esta práctica. Los líderes religiosos son los que personalmente lo han planteado” (1)

Organismos internacionales también han denunciado a grupos insurgentes -los Talibanes, la red Haqqani y el Partido Islámico- por utilizar niños para esconder bombas y, en algunos casos, actuar como terroristas suicidas. (2)

La Coalición para Detener el Uso de Niños Soldados (3) afirma que todas las partes beligerantes han utilizado a niños y adolescentes afganos en los últimos 20 años de guerra civil. En su informe de 2008 destacan que:

  • Los procedimientos inadecuados de verificación para determinar la edad de los nuevos reclutas han llevado a que probablemente hubiera soldados menores de edad integrados en las fuerzas de seguridad.
  • Se ha recurrido a menores de 18 años como combatientes y en otras tareas en el frente. Los grupos armados también han utilizado a menores en una serie de tareas de apoyo que van desde cocinar y hacer de porteadores hasta llevar mensajes o actuar como vigías o espías.
  • Grupos extremistas han utilizado menores para realizar ataques suicidas.
  • Durante 2008, la Coalición internacional ha continuado las iniciativas para liberar a menores que se encontraban en fuerzas combatientes y apoyar su reintegración.

En 2011 se espera que Afganistán firme un acuerdo formal con Naciones Unidas para acabar con el reclutamiento de niños en sus fuerzas de policía y prohibir la práctica de utilizar a niñas como esclavas sexuales por los jefes militares.

03. Morir para ser libre: resistencia y reconstrucción de las mujeres afganas por su libertad

Preguntas para el debate
  • ¿Qué limitaciones sufre Bakhtay por el hecho de ser niña?
  • ¿Qué actitud mantiene ante ellas?
  • ¿Cuáles son las diferencias fundamentales entre la actitud de Bakhtay y las niñas retenidas por el grupo de niños?
  • ¿Crees que en Bakhtay están reflejadas otras mujeres afganas? ¿Qué características de Bakhtay representan la vida de otras mujeres afganas en la actualidad?
Claves para el debate

Bakhtay: “¿Por qué te han detenido?”

Niña: “Por mis ojos”

Bakhtay: “¿Qué les pasa a tus ojos?”

Niña: “Los niños dicen que tengo ojos de lobo”

Bakhtay: “¿Qué significa eso?”

Niña: “Significa que son bonitos”

Mujeres afganas estudian en uno de los cursos apoyados por Naciones Unidas

Pie de foto: Mujeres afganas estudian en uno de los cursos apoyados por Naciones Unidas. Por United Nations Photo.

Nuestra protagonista es perseguida, como tantas mujeres en Afganistán. Pero su voluntad representa un camino que emprender para lograr conocimiento y autonomía en un país injusto y violento. Bakhtay ejerce de símbolo del esfuerzo de muchas afganas que ignoramos. Frente a las humillaciones que reciben, muchas reivindican su activismo en la sociedad y su determinación de construir un país pacificado, libre, igualitario y con derechos también para las mujeres. Son visibles, valientes y enérgicas en el asociacionismo, la política, el campo, el arte, la comunicación. Las nombramos y abrimos una puerta para encontrarnos con ellas.

Ellas están dispuestas a defender los derechos que se les negaron durante el régimen talibán. Con el nuevo Estado, a partir de octubre de 2001, las mujeres pueden trabajar, acceder a la educación y participar en la vida pública y en las instituciones políticas. No obstante, todavía siguen marginadas y sufren un sinfín de vejaciones.

Para los pastunes, la mujer (zan) es propiedad del marido, que prácticamente la ha comprado en su boda y la abandona, encerrada en casa, a un destino de olvido y maltrato. Sin embargo, como recoge en “El suicidio y el canto” el poeta Sayd Bahodin Majruh, las mujeres campesinas recitan y cantan landays (breves), voces de lamento y a la vez deseo de amor y de liberación de los hombres. También en el campo, ellas se convierten en agentes económicos en sus familias, un camino para superar su función social de marginación: se integran en proyectos de producción rural y consumo para mejorar la alimentación, como propone la ONG Afghanaid en el nordeste, la provincia de Badajshan.

Meena Keshwar Kamal, fundadora de la la Asociación Revolucionaria de las Mujeres de Afganistán (RAWA)

Pie de foto: Meena Keshwar Kamal, fundadora de la la Asociación Revolucionaria de las Mujeres de Afganistán (RAWA). De Wikipedia

El artículo 22 la Constitución de 2004 reconoce la igualdad entre hombres y mujeres. El gobierno afgano también ha suscrito el acuerdo de abolición de toda forma de discriminación en relación con las mujeres (CEDAW) de la ONU. Los derechos de las mujeres se mencionan en un Plan Nacional de Acción. Se creó el Ministerio de Asuntos de la Mujer, dirigido por la señora Sarobi. Incluso una mujer es general del ejército afgano: Khatool Mohammadzai, de 45 años, antigua paracaidista. Una cuota del 30% permite que haya 68 mujeres diputadas, desde las elecciones de septiembre de 2010, si bien sólo se presentaron 400 candidatas, un 16 % del total. Una de ellas es Rubina Jalali, ex atleta que corrió los 100 metros tapada con el pañuelo en las Olimpiadas. Durante la campaña, algunas fueron agredidas y otras amenazadas, como Shukira Barakzai y Shinkai Karokhail. La joven diputada Malalai Joya fue expulsada del parlamento en 2007 porque acusó a muchos miembros de la Cámara de narcotraficantes y criminales. Distinguida con varios premios internacionales por su reclamación de los derechos humanos y de las mujeres, ha sufrido varios intentos de asesinato. Su voz se escucha en numerosos foros mundiales. Ha colaborado con la ONG local HAWCA, dedicada a ofrecer ayuda y acogida a las mujeres víctimas de malos tratos.

Los avances institucionales son ciertos, pero se quedan en palabras huecas por dejadez política, falta de convencimiento y presión religiosa y tribal. De ahí que los grupos de mujeres reivindiquen que las nuevas leyes tengan efecto. Exigen planes educativos para eliminar la violencia contra las mujeres en las tradiciones tribales y en los comportamientos familiares y sociales.

No obstante, la Asociación Revolucionaria de Mujeres (RAWA) va más lejos. Censura la corrupción del gobierno y de las elites políticas. Rechazan a los talibanes, a los jefes tribales y a las tropas extranjeras. RAWA, de ideas socialistas y laicas, realiza desde 1977 una tarea educativa y de acción social en escuelas semi-clandestinas y centros de salud para mujeres. Su líder Meena Keshwar Kamal fundó la revista Payam-e Zan (Mensaje de las mujeres) y las escuelas Watan. En junio de 1987 fue asesinada por agentes del KGB y extremistas religiosos. RAWA postula que los derechos se deben defender con una intensa actuación política.

En favor de la paz

Bakhtay: “No me gusta jugar a la guerra”

Niño: “¡Eres una terrorista! No podrás irte si no te mueres. ¡Vamos, muere!”

Bakhtay: “No me gusta jugar a la guerra”

Niño: “¡Bakhtay, muérete, si no, no serás libre!”

Muchas mujeres de las diferentes etnias exigen justicia y reparación para las víctimas de las diversas guerras en Afganistán. La Foundation of Solidarity for Justice, coordinada por la investigadora Horia Mosadiq postula que los criminales de guerra no gocen de impunidad y sean juzgados por los tribunales.

Pie de foto: La activista feminista Fatana Ishaq Gailani.

La activista Fatana Ishaq Gailani, subraya que sus derechos pueden retroceder si se aceptan reformas constitucionales más conservadoras a cambio de la paz con los extremistas. De hecho, critica que en el Alto Consejo para la Paz se sientan 68 personas, varias de ellas antiguos talibanes y señores de la guerra tribales, pero solo nueve mujeres.

El logro de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres mediante la capacitación de las mujeres y la extensión de valores de convivencia y paz es el objetivo de la red de asociaciones de mujeres Afghan Women’s Network (AWN) que reúne a 65 asociaciones y a 3.000 mujeres en Afganistán y Pakistán. Durante las elecciones lanzó la “campaña de los cinco millones” para que un número igual de afganas acudiera a votar. Asimismo, la Afgani Women Skills Development Centre (AWSDC) intenta promover la paz, la rehabilitación y el desarrollo en favor de las mujeres y la infancia afgana. Desde 2003 dirige la primera casa de acogida para mujeres.

Mujeres creadoras

Bakhtay: “Tú eres muy pequeña. ¿Por qué te han detenido?”

Niña: “Por el pintalabios”

Bakhtay: “¿Te gusta el pintalabios?”

Niña: “Sí”

Bakhtay: “Te voy a pintar los labios y las mejillas. Te voy a poner guapa. Ahora estás guapa”.

El Bagh-e Zenana (Jardín de las mujeres, creado a comienzos del siglo XX por el rey Habibullah para sus esposas) permanece abierto para que las mujeres puedan pasear, hablar, comer, jugar...solas o en compañía de sus amigas. Pero la presencia de las mujeres desborda los recintos cerrados. Cerca de medio millar activistas de los derechos humanos y de las mujeres, jóvenes estudiantes, parlamentarias y mujeres independientes recorrieron las calles de la capital afgana el 15 de abril de 2009 contra la Ley del Estatuto Personal chií.

Asimismo, el teatro y el cine son medios artísticos en los que se expresan las mujeres afganas. Realizadoras, actrices y organizaciones de mujeres, en el exilio o en el interior muestran una mirada crítica y constructiva sobre la sociedad afgana. Yagana dinamiza Qanoon Guzari, un proyecto de teatro impulsado por la Organización Afgana para los Derechos Humanos y la Democracia (AHRDO) para aliviar traumas psicológicos. Ellas representan pequeñas obras sobre el matrimonio forzoso, la violencia doméstica, el paro, el divorcio y costumbres como el baad (entregar niñas para solventar disputas).

Farida Anwari, Parwin Pazjok figuran entre las primeras cineastas antes de los talibanes. Luego, en condiciones de trabajo difíciles, cabe nombrar a Shakiba Adi y Halima Hosseini, Roya Sadat (Se noqta, 2004), Alka Sadat (Aklam Minamad, Una vida a mitad de valor, 2008) y Diana Saqeb (25 darsad, 25 por ciento, 2007).

Mujeres afganas lloran la muerte de la periodista Zakia Zaki

Pie de foto: Mujeres afganas lloran la muerte de la periodista Zakia Zaki.

Las mujeres son muy activas en los medios de comunicación. Que la sociedad reconozca su valor es uno de los principales desafíos de Afganistán. Las restricciones familiares, sociales y la inseguridad son obstáculos impresionantes. La libre opinión ha costado vidas: la de Zakia Zaki, directora de la radio “La voz de la paz”, en junio de 2007. No obstante, el impulso de las mujeres periodistas es imparable: se han creado una decena de emisoras de radio, sobre todo en el centro del país, en Bamiyan y Herat.

Humaira Habib, directora de la emisora Radio Shar en Herat, cuenta que en Afganistán trabajan 300 mujeres periodistas, una cifra todavía mínima, pero representativa de la voluntad de libertad de expresión.

Dear Zari (Querida Zari) es Zarghuna Kargar. Entre 2005 y 2010 presentó y produjo el programa del servicio mundial de la BBC ‘Afghan Woman’s Hour’ (La Hora de la Mujer Afgana). Refugio de muchas mujeres afganas y mediante historias de vida, se trataron temas como la venta o el intercambio de niñas esposas; la violación; el honor; la virginidad; la violencia y las presiones a las que son sometidas muchas mujeres para tener un hijo varón. Un dato igualmente revelador: en febrero de 2011 se cumplieron 100 números del mensual femenino Roz, creado en 2002 con el apoyo de ‘Afghanistan Libre’ y la revista francesa ‘Elle’. Fawzia Fakrim, fundadora del Centro de Mujeres Periodistas de Herat, recuerda que es imprescindible darles voz en las conferencias internacionales para contar la verdad sobre Afganistán.