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Sesión previa al visionado

b. El escenario de la película

Muchas películas centran su atención en el proceso migratorio. No es el caso de ‘Las mujeres de verdad tienen curvas’. Comprobamos aquí las vivencias y los conflictos generacionales, culturales y económicos que tiene en Los Ángeles la familia García. No conocemos cómo han llegado a Estados Unidos desde México. Intuimos que sus razones para emigrar fueron la búsqueda de oportunidades laborales, salariales y familiares, con la intención de disponer de una vida y un futuro mejor.

01. Mujeres de primera y segunda generación: tradición y modernidad

Mujeres retratadas en un mural

Pie de foto: Mujeres retratadas en un mural. Por Shanaloa.

Las personas de origen mexicano y su descendencia representan el mayor núcleo poblacional de inmigrantes en Estados Unidos. Son cerca de 12 millones y otros 21 millones pertenecen a la segunda generación. De esos 12 millones, la población mexicana femenina es un 46%.

En los procesos migratorios son esenciales factores y variables socio-demográficas, tales como el origen étnico, la clase social, la nacionalidad, el estatus migratorio, el origen rural o urbano, el nivel cultural, las estructuras familiares, la ciudadanía y el género, entendido como “estructuras sociales, que marcan lugares diferenciados para las mujeres y los hombres, que cambian y se regeneran constantemente, y son por ello mutables y flexibles”. (1)

Las mujeres inmigrantes ya sufren en las sociedades de las que proceden una triple discriminación y el consiguiente riesgo de exclusión: por motivos de etnia, género y clase. Las dinámicas propias de la familia patriarcal basadas en la socialización diferenciada significan un mayor freno para las mujeres. Por tanto, las migraciones son una prolongación de las desigualdades de género. Sin embargo, también permiten, al mismo tiempo, una oportunidad para construir identidades y realidades de género nuevas y más libres.

En la familia García conviven dos generaciones de inmigrantes. Varias características definen a las personas de la primera generación, como Doña Carmen y gran parte de las trabajadoras del taller de costura. Nacieron en México y emigraron a Estados Unidos donde han tenido que aprender el idioma. Tienen trabajos poco remunerados en el mercado laboral, lo que limita sus posibilidades de ascenso social. Consideran que su identidad y cultura son mexicanas. Pertenecen a redes comunitarias y de parentesco circunscritas a su propio grupo étnico. Precisamente, en la película, Doña Carmen y su esposo se relacionan con su red familiar y social, formada por personas chicanas. Existe una concepción tradicional de los roles sexuales, de la división del trabajo y de las esferas pública y privada, como consecuencia de la herencia machista.

Los rasgos distintivos de la segunda generación de inmigrantes son diferentes a la generación anterior. No obstante, el mismo término crea controversia: algunas opiniones señalan que se les puede considerar más bien “hijos e hijas de inmigrantes (...) o jóvenes de origen extranjero” (2) para que no se mantenga la diferenciación por su procedencia.

Rosa Mª Rodríguez Izquierdo subraya que “una de cada cinco personas menor de 18 años pertenece a esta generación por lo que su suerte es enormemente trascendental para el futuro del país”.

Mujer reivindicando sus derechos en Los Ángeles

Pie de foto: Mujer reivindicando sus derechos en Los Ángeles. Por Purple_onion.

Su referencia ya no es su país de origen, sino su familia y la juventud de la sociedad de acogida. La participación e integración social es mayor. Han nacido y viven en Estados Unidos –como Ana y su hermana Estela– con al menos uno de los progenitores mexicanos, y tienen ciudadanía estadounidense. Han podido acceder al sistema educativo y dominan el inglés. Por tanto, cuentan con la posibilidad de continuar una formación más allá de niveles elementales, aunque el nivel de abandono de los estudios es elevado por cuestiones económicas de las unidades familiares o por la discriminación. Vemos que Ana ha logrado estudiar en un prestigioso instituto, cuyos estudiantes son en su mayoría estadounidenses o mexicanos; pero la realidad revela que muy pocas personas de la segunda generación logran llegar a ese grado de enseñanza. Es más, el ascenso sociocultural de la juventud chicana en la sociedad de EEUU todavía es menor que el de sus padres y madres, debido a las propias características del mercado laboral y a la alta estratificación social.

La socialización se produce en el ámbito familiar y en la sociedad de acogida. El mestizaje forma parte de su identidad cultural y sus redes sociales no se limitan únicamente a las personas inmigrantes. El medio educativo, laboral y cultural en el que viven trasciende claramente el microcosmos chicano familiar. Conviven con el proceso de adaptación que han llevado a cabo sus familiares e, igualmente, con sus redes sociales. Los modelos de referencia y el sistema de valores de su familia les influyen, pero su identidad no procede solo de ser descendientes de inmigrantes. Las mayores diferencias se observan en el uso del ocio y en las relaciones de pareja y la sexualidad.

Estos factores transforman profundamente la situación de las mujeres. El acceso de las jóvenes a niveles superiores de la educación y al mercado laboral rompe las dinámicas de poder patriarcales de la familia. La autonomía y los recursos económicos hacen que el matrimonio y el universo doméstico no sea su único horizonte vital. Las mujeres se casan más tarde y retrasan le edad de la maternidad. Además, cada vez más mujeres contraen matrimonio con hombres de otros grupos fuera de su comunidad de origen. Eva Valle afirma que “una tercera parte de las mujeres de origen mexicano de la tercera generación se están casando fuera de su grupo, lo que las asemeja con las afroamericanas y anglosajonas”.

Todos estos cambios a partir de una socialización mixta provocan conflictos familiares y sociales, con rupturas o continuidades. Pero, igualmente, la oportunidad de que se creen nuevas identidades basadas en el mestizaje, con otras dinámicas y formas de relacionarse que sin duda enriquezcan la convivencia.

02. El trabajo de las mujeres inmigrantes

Las principales tareas de las mujeres mexicanas -como el resto de las inmigrantes– son el servicio doméstico y el cuidado de personas dependientes. También trabajan en fábricas y talleres. Sus ocupaciones varían según diversos factores: su lugar de nacimiento en México; el tiempo de estancia en el país receptor y la influencia de la cultura mexicana; el peso de la comunidad en la economía; el nivel de formación; la experiencia laboral anterior y hasta la tasa de desempleo de las mujeres estadounidenses (mujeres blancas de procedencia no inmigrante).

Maquila trabajando en un taller textil

Pie de foto: Maquila trabajando en un taller textil. Por Andy Wallis.

Existe una clara discriminación laboral hacia las mujeres inmigrantes. Son trabajos y actividades con escaso o nulo reconocimiento y prestigio social y en condiciones de gran irregularidad, con sueldos ínfimos, precariedad, invisibilidad e inexistencia de coberturas sociales. Además, son una prolongación de los trabajos asociados al ámbito doméstico.

Uno de los nichos laborales más extendidos y precarios es el trabajo de las mujeres en las industrias textiles. Muchas son obreras de las maquilas (empresas de montajes electrónicos y de punto y confección, instaladas en zonas francas, donde las leyes no tienen valor o aplicación) en condiciones inhumanas. Las protagonistas de ‘Las mujeres de verdad tiene curvas’ trabajan en otros lugares, como el Fashion Distrit, un conglomerado de talleres textiles y establecimientos de venta de ropa que se ubica en el mismo centro de Los Ángeles.

Son una mano de obra no cualificada y, por lo tanto, barata. Tienen salarios muy bajos y, prácticamente, están fuera de la legalidad, ya que cobran por piezas realizadas. La propia estructura de este tipo de industria favorece la explotación laboral de estas mujeres, cuya cobertura social es inexistente.

Ante esta dura realidad, existen mujeres que, a pesar de la precariedad, intentan superar esta situación adversa y emprenden iniciativas en el mundo laboral. Una de ellas es en la película Estela, propietaria del taller familiar. Las estadísticas de mujeres empresarias de ascendencia inmigrante revelan datos que mueven al optimismo. Según Martha Sámano, en el año 2006 “de las más de 360 empresas hispanas que hay en Los Ángeles, California, el 65% son de mujeres y, de éstas, un 80% corresponden a mexicanas que llegaron a Estados Unidos”. No obstante, también es significativo otro índice más general: únicamente el 10.8% de los altos cargos de las mayores empresas del mundo son mujeres.

03. Cultura chicana

Mural de la calle Boyle en la ciudad de Los Ángeles

Pie de foto: Mural de la calle Boyle en la ciudad de Los Ángeles. Por Jennifer.

Las personas hispanas son la minoría más numerosa en EEUU. Comparten raíces comunes, idioma y religión. En este amplio colectivo la cultura chicana tiene un peso y un protagonismo propio.

La familia García pertenece a la minoría chicana. Inicialmente, esta denominación se utilizó con un matiz despectivo para identificar a la minoría inmigrante mexicana y a sus descendientes. El aumento de su población y la lucha por los derechos civiles, a partir de los años 60, permitieron que chicanos y chicanas se reapropiaran del término para mostrar con orgullo una identidad particular en la sociedad estadounidense. En consecuencia, ciudadanos y ciudadanas estadounidenses de origen mexicano han creado una cultura propia basada en el mestizaje, en la que las mujeres son las principales transmisoras de las tradiciones y costumbres.

La cultura chicana adquiere sentido mediante símbolos nacionales, religiosos, étnicos y míticos. La religiosidad convive con las prácticas cotidianas. La gastronomía y la música impregnan el día a día. El bilingüismo (3) es otra de las características definitorias, así como el muralismo.

San Pancracio vigilante en la cocina

Pie de foto: San Pancracio vigilante en la cocina.

Es una de las manifestaciones más evidentes de la cultura chicana. Se recuperan símbolos y leyendas aztecas y se reinventan los símbolos religiosos con un estilo figurativo que tiene influencias del realismo soviético y de la revolución cubana. Sus manifestaciones pictóricas expresan temáticas sociales y políticas. Estos murales inundan los barrios chicanos de grandes ciudades como Chicago, San Diego o de Los Ángeles.

La cultura chicana es cada vez más influyente y prestigiosa. Un buen ejemplo son los centros de estudios propios en Universidades como el Departamento de Estudios Chicanos de la Universidad de California (Santa Bárbara) y Centro de Estudios chicanos de la Universidad de California (Los Ángeles).

Notas a pie de página: